En este post vamos
a tratar el tema del Deporte inclusivo
que es aquel que, independientemente de las habilidades o condiciones de los
deportistas, se utiliza para promover la integración social de las personas con
discapacidad.
Para abordar
este asunto y entender lo que supone debemos diferenciar entre “deporte
adaptado” y “deporte inclusivo”, mientras que el deporte adaptado
busca que las distintas disciplinas deportivas se adecúen a las necesidades de
las personas con discapacidad; el deporte inclusivo busca que estas personas
puedan participar de manera activa y libre en la práctica del deporte junto a
personas sin discapacidad.
En torno a
este tema, en los últimos años se han llevado a cabo políticas de inclusión, tanto
en los tres niveles públicos (es decir: local, autonómico y estatal); como a
nivel privado. A nivel legislativo, destaca el artículo 30 de la de la
Convención de la Organización de Naciones Unidas sobre los derechos de las
personas con discapacidad (Naciones Unidas, 2006). Este artículo establece en
su apartado quinto que “A fin de que las personas con discapacidad puedan
participar en igualdad de condiciones con las demás en actividades recreativas,
de esparcimiento y deportivas, los Estados Partes adoptarán las medidas
pertinentes para:
a) Alentar
y promover la participación, en la mayor medida posible, de las personas con
discapacidad en las actividades deportivas generales a todos los niveles;
b) Asegurar
que las personas con discapacidad tengan la oportunidad de organizar y
desarrollar actividades deportivas y recreativas específicas para dichas
personas y de participar en dichas actividades y, a ese fin, alentar a que se
les ofrezca, en igualdad de condiciones con las demás, instrucción, formación y
recursos adecuados;
c) Asegurar
que las personas con discapacidad tengan acceso a instalaciones deportivas,
recreativas y turísticas;
d) Asegurar
que los niños y las niñas con discapacidad tengan igual acceso con los demás niños
y niñas a la participación en actividades lúdicas, recreativas, de
esparcimiento y deportivas, incluidas las que se realicen dentro del sistema
escolar;
e) Asegurar
que las personas con discapacidad tengan acceso a los servicios de quienes
participan en la organización de actividades recreativas, turísticas, de
esparcimiento y deportivas”.
No obstante,
pese a los esfuerzos de las mencionadas instituciones públicas y privadas,
estas políticas no se han terminado de materializar en una inclusión total de
las personas con discapacidad debido al desconocimiento acerca de la discapacidad,
a la falta de recursos económicos y humanos; y a la escasa formación de los
profesionales y demás personas implicadas.
El hecho de
que las personas con discapacidad tengan acceso a la práctica de deportes no favorece
únicamente el desarrollo de sus capacidades físicas y motrices, si no que a
nivel psicológico también tiene aspectos positivos como una mejora de la
autoestima y del autoconocimiento, así como a la mejora de sus habilidades sociales.
Como ejemplo
de buena práctica en el deporte inclusivo podemos destacar el programa
educativo “Deporte inclusivo en la Escuela (DIE)” que tiene por objeto “fomentar
la práctica deportiva inclusiva en la población escolar, dar a conocer a los
usuarios la gran variedad de deportes adaptados y paralímpicos y concienciar a los
participantes sobre la realidad de las personas con discapacidad” (https://www.deporteinclusivoescuela.com/quienes-somos),
que está dirigido especialmente al alumnado de Primaria, Secundaria y Bachillerato
y al profesorado de Educación Física, así como a técnicos deportivos y sus
deportistas en la iniciación de las distintas modalidades deportivas. Estas
acciones comprenden la jornada paralímpica, el préstamo de material adaptado,
recursos didácticos y, por último, el evento final del programa “Juegos Inclusivos
Escolares”, donde los centros más participativos asisten a una jornada conjunta
donde los alumnos ponen en práctica lo desarrollado en los colegios e institutos.
Algunos de los
beneficios que podemos encontrar en este programa son, como ya apuntábamos, el
aumento del bienestar físico, social y emocional de los participantes, mejora
del concepto de las personas sin discapacidad sobre las personas con
discapacidad debida a la interacción y comunicación de estas personas,
sentimiento de inclusión y pertenencia al grupo de los chicos y las chicas con
discapacidad, aumento de la autoestima de estos últimos; así como enseñar
valores al alumnado desarrollando su personalidad y sometiendo a los mismos a
las reglas del equipo o grupo.
Lo positivo es
que este tipo de acciones son más eficaces que las actuaciones puntuales y
permiten la relación directa de personas con y sin discapacidad. Sin embargo, no
hay que perder de vista la posible competitividad inherente a las personas sin
discapacidad debida a la posible falta de experiencia previa de estos con
personas con discapacidad, por lo que es necesario poner en contexto este tipo
de actuaciones.
Sabemos hacia dónde queremos avanzar, sin embargo, aún queda mucho por hacer. Se ha demostrado que
las acciones individuales no fomentan la inclusión de las personas con
discapacidad, sino que se requiere de acciones conjuntas que favorezcan la
relación entre los distintos agentes implicados, bien sean las familias, o los
profesores, o los directivos de los clubes y asociaciones deportivas. Aún siguen
siendo necesarios cambios en la legislación vigente y es necesaria la promoción
y el fomento de la práctica de deporte inclusiva.
Como conclusión,
materializar la inclusión de las personas con discapacidad es un proceso que requiere
tiempo y un análisis del contexto, que necesita del apoyo de las instituciones
y de la coordinación de los distintos agentes sin perder de vista que el
deporte inclusivo se constituya como eje principal, pues se nos presenta la
dificultad de que, por un lado, cada deporte es diferente y el posible nivel de
inclusión del mismo varía en función de sus características; y, por el otro,
que no todas las personas cuentan con las mismas capacidades psicológicas,
físicas y sociales.
Gabriel Escamilla
Hidalgo
Fuente: Deporte inclusivo: aplicaciones
prácticas (Carmen Ocete Calvo)